Las crisis amenazan la inversión masiva que Europa necesita para hacer frente a la emergencia climática y construir una economía digital

Europa se enfrentó a la pandemia en el punto álgido del ciclo económico y de reducción de riesgos, justo cuando necesitaba importantes inversiones para afrontar los retos de la transición digital y climática. Ahora la agresión rusa contra Ucrania ha aumentado la incertidumbre y provocado una subida en los precios de la energía y los alimentos.

Estos dos retos han puesto en peligro la capacidad de Europa de invertir a la escala que se necesita para hacer frente a la emergencia climática, y construir una economía más digital. Europa necesita innovación, flexibilidad y resiliencia, y eso requiere enormes inversiones.

Las políticas públicas que fomentan la inversión son cruciales para la autonomía estratégica de Europa. La pandemia de COVID 19 y la guerra de Ucrania han limitado la capacidad de inversión, transformación y reforma de la economía europea desde 2020. La digitalización, la transición verde, el envejecimiento de la población y el creciente riesgo de pobreza son grandes retos que están presentes desde hace tiempo en la agenda europea. Estamos en un momento verdaderamente crucial.

Europa debe movilizar recursos suficientes para hacer frente a estos retos y reforzar su liderazgo en tecnologías digitales, mantener su ventaja en tecnologías limpias y alcanzar su objetivo de reducir a cero las emisiones netas de aquí a 2050. Sin embargo, en materia de inversiones, Europa está siendo superada por sus principales competidores internacionales. La Unión Europea va a la zaga de Estados Unidos en inversión productiva, entre el 1,5 % y el 2 % de su PIB anual. Esta situación persiste desde hace al menos una década, y no puede seguir así. Tenemos que poner nuestro dinero ahí donde está nuestra brecha.

Llevar el dinero ahí donde se necesita

Los elevados precios de la energía y las materias primas alimentan la inflación y merman la confianza. A su vez, en un contexto de revisión de la valoración del riesgo, esto está lastrando la inversión. Tras una década de tipos de interés bajos y abundante liquidez, está en marcha la tan necesaria normalización de la política monetaria, aunque los tipos de interés reales siguen siendo negativos y se encuentran en mínimos históricos. La revisión de la valoración del riesgo y el endurecimiento de los criterios de concesión de créditos en un periodo de gran incertidumbre pueden perjudicar la inversión: ello exige políticas públicas.

Europa es pionera en la transición verde. Lo que antes era una prioridad ahora se ha convertido en una emergencia. Acabar con la dependencia europea de los combustibles fósiles impulsará la competitividad y fomentará nuestra autonomía estratégica. La guerra de Ucrania ha hecho que los europeos seamos conscientes de nuestra excesiva dependencia de los combustibles fósiles importados. Durante los seis primeros meses de la guerra de Ucrania, la Unión Europea transfirió el 3,5 % de sus ingresos nacionales a los productores de petróleo y gas, incluidos los productores rusos. Al mismo tiempo, los elevados precios del petróleo han provocado un importante deterioro en el ámbito del comercio de la Unión Europea, lo que ha impulsado una depreciación del euro y ha dado lugar a una inflación importada.

El empleo se mantiene en niveles récord en la mayor parte de la Unión Europea. Proteger el empleo supone solo subidas moderadas de los salarios nominales, que a corto plazo no calmarán las presiones inflacionistas por el lado de la oferta. Garantizar la autonomía estratégica de Europa y orientar las políticas públicas para fomentar la inversión son claves para promover un crecimiento sostenible. Ese crecimiento debería permitir el pleno restablecimiento de los salarios reales. Según el Departamento de Asuntos Económicos del BEI, que ha publicado el 28 de febrero su Investment Report 2022/2023, la inflación de la energía importada amenaza con sumir en la pobreza a 11 millones de europeos más. No podemos permitir que eso ocurra.



Un fuerte repunte de la inversión pública y privada es clave para innovar y generalizar los avances técnicos. Europa sigue careciendo de los recursos necesarios para garantizar la transición verde y digital. Está claro que las políticas públicas de apoyo a la inversión en ámbitos económicos sostenibles, como la innovación digital y verde, son la mejor manera de proteger a los europeos y crear empleos de alta calidad. Se necesitan buenas políticas, incentivos adecuados y un firme compromiso en favor de la inversión. Los responsables políticos deben actuar con determinación, trabajar para evitar la fragmentación financiera y mantener la integridad del mercado interior europeo. El crédito debe fluir hacia los proyectos más innovadores y de transformación en todos los sectores y regiones de la Unión Europea para garantizar una transición justa que no deje a nadie atrás y apoye la cohesión y el desarrollo sostenible.

La innovación actual se basa sobre todo en las tecnologías digitales. La coordinación política a escala de la UE es fundamental con vistas a canalizar los recursos necesarios para lograr lo que buscamos. Las inversiones en la Unión Europea se ven ahogadas por impedimentos que deben abordarse de inmediato mediante la coordinación de las políticas nacionales y un uso activo de la política europea reguladora, de competencia y monetaria. El Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, dotado con más de 700 000 millones de euros, está contribuyendo a sostener una inversión pública transformadora. Pero tenemos que hacer más con estos fondos y utilizarlos mejor. La inversión pública debe aprovecharse para atraer la inversión privada.

Reducción del riesgo de inversión

En el entorno actual de revisión de la valoración del riesgo y de reticencia general a asumirlo, es urgente disponer de instrumentos de reducción del riesgo para fomentar la inversión privada. Unos instrumentos de riesgo compartido bien orientados, a través de préstamos y garantías ofrecidos por las instituciones de la UE, pueden impulsar la inversión y atraer los recursos necesarios del sector privado para cubrir el déficit de inversión, conservando al mismo tiempo la integridad del mercado y unas condiciones de competencia equitativas entre los miembros de la UE.

La respuesta de la Unión Europea a la pandemia ofrece un modelo para una coordinación eficaz de las políticas. En este contexto, más que para conceder subvenciones, los recursos públicos deberían utilizarse para asumir parte del riesgo de las inversiones en tecnologías digitales y verdes innovadoras. La Unión Europea sabe cómo estimular la inversión. Ya lo hemos hecho antes. El Fondo Europeo para Inversiones Estratégicas movilizó financiación por valor de más de 500 000 millones de euros, mientras que el Fondo de Garantía Europeo aprovechó una garantía de los Estados miembros para atraer 200 000 millones de euros.

Podemos impulsar la competitividad y la innovación, y crear puestos de trabajo de alta calidad, conservando al mismo tiempo la integridad del mercado interior y unas condiciones de competencia equitativas.

Sin embargo, para lograrlo, los miembros de la UE necesitan una vez más unirse y actuar como una entidad cohesionada.