La presidenta del Grupo BEI, Nadia Calviño, inauguró el segundo día del VII Seminario Anual de los Mercados de Capitales.


>@Laurent Antonelli/EIB

Muchas gracias por esa cariñosa presentación, y muchas gracias por acogernos, señora Thoma, querida Françoise.

Es un placer volver a este lugar tan maravilloso y participar en este evento que, año tras año, reúne a tantos miembros destacados de la comunidad inversora y financiera de aquí, de Luxemburgo, y también de otras partes de Europa.

Estoy encantada, la verdad, de estar hoy aquí. Se trata de un evento muy oportuno. Y también de un debate muy oportuno. Precisamente hoy hemos sabido que los líderes europeos participaron en Copenhague en una reunión informal del Consejo Europeo. Y el mensaje que se desprende de esa cumbre es bastante claro en cuanto a la determinación de defender los valores de Europa que, como se ha señalado antes, valen el doble. Nuestros valores son el doble de importantes en estos momentos. En mi opinión, también se transmite un mensaje de consolidación y refuerzo del papel de Europa como faro de estabilidad, seguridad y confianza, así como de defensa de la democracia, los derechos humanos y el Estado de derecho. Todos sabemos cuán importante es esto para el buen funcionamiento del sector financiero.

Y, por supuesto, no les sorprenderá que recalque el papel clave que desempeña el Banco Europeo de Inversiones en todo esto. Nos encontramos en una posición única en el contexto geopolítico actual. Con un balance cercano a los 600 000 millones de euros y una excelente calificación AAA, probablemente somos el banco multilateral más grande del mundo. Somos paneuropeos por definición y tenemos proyectos en todos y cada uno de los Estados miembros de la UE, así como en el resto del mundo, donde además también estamos presentes. Nuestros accionistas son los 27 Estados miembros, ni más ni menos. Esto es sumamente relevante en el mundo actual. Somos además el principal socio ejecutor del presupuesto y de los mandatos europeos, tanto dentro como fuera de la Unión. Esto ya era así antes de que me incorporara al Banco Europeo de Inversiones, así que el hecho de que seamos el principal socio ejecutor de la Comisión Europea no supone ningún conflicto de intereses. Lo que sí nos permite es aprovechar cada euro de las garantías del presupuesto europeo para movilizar 15 euros en inversiones, atrayendo a inversores privados y logrando, en mi opinión, un impacto muy importante en el mundo. Y el impacto no solo es importante por el volumen del capital movilizado, sino también por el uso que se da a ese capital. Ayer, durante una entrevista con la CNBC, comentaba la reciente firma de un préstamo de 300 millones de euros a Ucrania para el reaprovisionamiento de las reservas de gas del país de cara al invierno. Ese es precisamente nuestro objetivo: tener un impacto real sobre el terreno.

Dicho de otro modo, creo que el tema central del seminario de hoy, «Invertir en nuestros valores», es exactamente lo que hace el Banco Europeo de Inversiones. Y esto resulta evidente cuando establecemos nuestras prioridades. Como ya ha mencionado Shirin, tenemos ocho prioridades fundamentales, respaldadas unánimemente por nuestro accionariado. Permítanme mencionar las tres primeras. Nuestra máxima prioridad es consolidar nuestro papel como Banco del Clima.

El lunes, nuestro Consejo de Administración acordó y refrendó la segunda fase de nuestra Hoja de Ruta del Banco del Clima de aquí a 2030. Tomando como referencia el éxito de la primera fase, nuestro objetivo es centrar nuestra financiación en proyectos que contribuyan a la competitividad, la seguridad y el liderazgo tecnológico de Europa, reduciendo al mismo tiempo los precios de la energía para las empresas y las familias. También nos proponemos duplicar nuestra financiación para la adaptación al cambio climático. Como vemos, el coste y el impacto de las catástrofes y los fenómenos meteorológicos extremos van en aumento. Europa sufre en primera línea los efectos del cambio climático, y debemos asegurarnos de invertir en resiliencia y adaptación. Porque, de nuevo, cada euro que invertimos en prevención y adaptación supone un ahorro de entre cinco y siete euros en reparación de daños, reconstrucción y pérdidas. Por no hablar, por supuesto, de los daños irrecuperables, las pérdidas de vidas humanas. Así que invertir en prevención y adaptación no solo es lo correcto, es que es de sentido común.

Y debemos también, y sé que a este público le va a gustar mucho, simplificar radicalmente los procedimientos. Esto supone eliminar las cargas burocráticas, recurrir a las autoevaluaciones y herramientas como el «Green Checker», apostar por las obligaciones de información y el marco reglamentario, sin requisitos adicionales en el caso de las inversiones verdes.

Estoy convencida de que esta es la senda adecuada, la hoja de ruta que debemos seguir para hacer de la competitividad y el clima un tándem ganador en Europa. Ahora disponemos de una hoja de ruta clara para apoyar un volumen de inversiones verdes por valor de un billón de euros de aquí a 2030. Así consolidamos, como decía, el papel del Banco Europeo de Inversiones como Banco del Clima, pero también el liderazgo de Europa en este ámbito de futuro.

Mis compañeros no me perdonarán si no menciono que este papel pionero del Banco Europeo de Inversiones no se limita a este aspecto de las inversiones verdes, porque también somos pioneros en el mercado de bonos verdes. Y no solo mis compañeros, también la directora de la Bolsa de Luxemburgo, Julie Becker, que está hoy aquí, y ha desempeñado una función clave en la creación de este mercado de bonos verdes. Somos una de las mayores entidades en este ámbito, con un volumen de emisión de más de 125 000 millones de euros en bonos climáticos y de sostenibilidad hasta la fecha. Y quizá el mensaje que desearía transmitir hoy es que observamos una fuerte demanda de estos bonos verdes. Creo que los mercados los consideran buenas inversiones, que aportan rentabilidad. Y también confían en los emisores. Nuestra última emisión de bonos verdes incluso alcanzó nuestras dos mayores carteras de pedidos, con una demanda que superó con creces la oferta en más de diez veces. Y eso demuestra que los mercados apoyan esta política, al igual que apoyan a Europa.

Me siento muy orgullosa de participar en este evento copatrocinado con la Comisión Europea y el Mecanismo Europeo de Estabilidad, porque estas tres instituciones juntas han emitido más de un billón de euros en activos seguros, con lo que contribuyen además a las prioridades estratégicas de Europa y refuerzan el papel internacional del euro. Creo que el mensaje que transmitió ayer el comisario Serafin es importante: estamos aquí para quedarnos. La Comisión Europea seguirá desempeñando un papel importante. Y, por lo que respecta al Banco Europeo de Inversiones, puedo decirles que casi hemos completado nuestro programa de emisiones para 2025. Así que, para quienes estén interesados, permanezcan atentos en enero.

Más allá de la financiación verde, nuestra segunda prioridad es apoyar el liderazgo tecnológico de Europa, la innovación. Como ya se ha mencionado, existe unanimidad a la hora de identificar los retos y, precisamente, uno de los principales retos que se han identificado es la brecha de financiación, que impide a las empresas innovadoras crecer en Europa. Sé que muchos de los aquí presentes trabajan en la Unión de Ahorros e Inversiones, en la Unión de los Mercados de Capitales y otras iniciativas que comenzaron hace mucho tiempo. En el Banco Europeo de Inversiones, estamos completando y contribuyendo a esta labor, con un enfoque ascendente, a fin de movilizar 250 000 millones de euros hasta 2027 en ámbitos que abarcan desde la inteligencia artificial hasta la computación cuántica, pasando por las infraestructuras digitales, la salud y la biotecnología, las tecnologías limpias, la seguridad y la defensa, las competencias y el talento y las materias primas fundamentales; todos ellos elementos indispensables para que Europa mantenga ese liderazgo tecnológico. Queremos que las ideas, las tecnologías y las empresas europeas también puedan prosperar en Europa, de modo que Europa deje de ser la incubadora del mundo y se convierta en el mejor lugar para el crecimiento de las empresas. TechEU será más grande, más ágil y más sencillo que cualquier otro programa anterior. Aspiramos a un plazo medio de respuesta de seis meses para aprobar y firmar operaciones de venture debt y capital riesgo, con el fin de atender con rapidez las necesidades de las empresas.

Cada día, predicamos con el ejemplo. La semana pasada, por ejemplo, aprobamos una operación muy significativa: la inversión en un fondo de capital riesgo pionero que invierte en empresas que desarrollan tratamientos innovadores para enfermedades del sistema nervioso central como el párkinson o la demencia. Y quería mencionar esto porque considero fundamental que todos entendamos hasta qué punto es importante que Europa conserve el liderazgo tecnológico en todos estos ámbitos.

El llamamiento a unir fuerzas y aunar recursos es más pertinente que nunca, y justo ahora estamos preparando el lanzamiento de la segunda fase de la iniciativa European Tech Champions. La iniciativa ha tenido un éxito rotundo. En solo dos años, hemos movilizado más de 3 000 millones de euros para apoyar el crecimiento de empresas emergentes europeas. Y ahora mismo estamos preparando la segunda fase, así que, de nuevo, estén atentos si quieren conocer todas las novedades al respecto.

La tercera prioridad que quería mencionar hoy, y lamentablemente el asunto más candente en la actualidad, es la seguridad y la defensa. En respuesta a la transformación radical del panorama internacional, el Grupo BEI está intensificando su financiación en este ámbito. Hemos simplificado los procesos y hemos acelerado nuestro apoyo para reforzar las capacidades europeas en materia de seguridad y defensa y marcar así una verdadera diferencia.

En 2025, vamos camino de triplicar con creces nuestro apoyo, de modo que represente el 3,5 % de nuestra financiación total. Es decir, 3 500 millones de euros este año. Contamos con una sólida cartera de más de 30 operaciones emblemáticas que se encuentran actualmente en fase de aprobación. Hemos creado una ventanilla única para clientes e inversores y, como decía, hemos alcanzado la velocidad de crucero: las últimas operaciones se han firmado en un plazo aproximado de seis meses desde la presentación inicial de los proyectos.

Y hablamos de proyectos complejos, como programas de investigación o una base militar en Lituania. Se trata de iniciativas bastante complicadas que han sido evaluadas en tiempo récord por los equipos del Banco Europeo de Inversiones. Nuestro objetivo es movilizar el máximo capital privado posible a través de bancos comerciales, fondos de capital riesgo y alianzas público-privadas.

Me gustaría aprovechar la ocasión y hacer un llamamiento para que unamos nuestras fuerzas. El Banco Europeo de Inversiones ya está ofreciendo financiación a gran escala en cinco ámbitos clave. En primer lugar, financiamos las infraestructuras críticas de Europa. Esto incluye movilidad militar, puertos, aeropuertos y otras infraestructuras críticas de protección fronteriza.

En segundo lugar, estamos intensificando las capacidades industriales de la industria europea de defensa. Creo que todos somos bien conscientes de lo importante que es dejar de depender de los socios internacionales. A título de ejemplo, hemos aprobado operaciones relacionadas con estaciones terrestres ópticas, equipos de lanzamiento de satélites y fabricación de drones.

En tercer lugar, apoyamos la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías a escala local. Ya hemos firmado importantes acuerdos de gran envergadura con dos empresas clave en Europa, Thales e Indra. Y seguiremos apoyando nuevos proyectos en este ámbito, relacionados con las comunicaciones, la seguridad informática, la biodefensa y la digitalización avanzada.

En cuarto lugar, cabe mencionar la financiación de las pymes en la cadena de suministro de los grandes contratistas europeos. Ya hemos anunciado acuerdos con Deutsche Bank y la Banque Populaire Caisse d’Epargne para proporcionar financiación en toda Europa, y no solo en sus países de origen. Y firmaremos nuevas operaciones, estoy segura, para movilizar financiación en apoyo de las pymes.

En quinto y último lugar, también estamos impulsando el incipiente ecosistema de fondos privados de inversión especializados en este ámbito. En todas las reuniones de nuestro Consejo de Administración, el Fondo Europeo de Inversiones aprueba inversiones importantes en este ecosistema.

Todo esto demuestra que actuamos con rapidez. Estamos adaptando nuestro ritmo, nuestras políticas de inversión y nuestra ambición para estar a la altura de los cambios sísmicos que se están produciendo en el panorama geopolítico mundial. El sector privado también está evolucionando, así que estamos aunando fuerzas para crear valor invirtiendo en propuestas conjuntas. Permítanme decir que, en el Banco Europeo de Inversiones y en el Fondo Europeo de Inversiones, nuestros equipos están siempre disponibles y, por supuesto, también aquí en la sala, para debatir cualquier iniciativa al respecto.

Me gustaría concluir esta intervención con algunas reflexiones más generales. Porque el mundo en el que vivimos hoy, como ya se ha mencionado antes, parece estar plagado de desafíos. A veces las noticias nos saturan, ¿verdad? Pero cuando echamos la mirada atrás, nos damos cuenta de que todo esto ya ha ocurrido antes. Las guerras y los conflictos eran lo habitual en nuestros países hasta el final de la Segunda Guerra Mundial y la creación de la Unión Europea. No hace tanto tiempo, y muchos de los aquí presentes lo recordarán, una importante crisis financiera hizo tambalear los cimientos de nuestra economía. Cada semana leíamos artículos en periódicos de renombre en los que se auguraba el inminente fin del euro. ¿No se acuerdan?

Incluso más recientemente, tuvimos que lidiar con la pandemia de coronavirus. Lo recuerdo perfectamente, y trabajamos codo con codo con los Estados miembros, la Comisión Europea, el Mecanismo Europeo de Estabilidad y el Banco Central Europeo para salvar la economía europea. Y logramos salir adelante. No solo eso, junto con el sector privado desarrollamos la vacuna, de modo que a finales de 2020 ya se pudo empezar a vacunar a todos los ciudadanos de Europa, independientemente de su país de origen, independientemente de su nacionalidad. En mi opinión, se trata de un logro extraordinario que hemos presenciado aquí en Europa.

Muchos dicen que la UE, el proyecto europeo y el euro han llegado a su fin. Pero aquí seguimos, vivos y coleando. De estas experiencias —en las que he estado en primera línea, ya sea durante la gran crisis financiera, con muchos compañeros aquí presentes, o más recientemente durante la pandemia—, se pueden extraer dos lecciones principales: la primera es que, cuando actuamos unidos, somos imparables; y la segunda es que, cuando nos encontramos en una situación que parece el final del camino, en realidad es el comienzo de algo nuevo. Y hoy nos encontramos en esa situación. Tenemos que cambiar nuestra forma de actuar, tenemos que adaptarnos, tenemos que reiniciar. No hay otra. Pero no debemos olvidar que la Unión Europea ha superado todas las crisis y sigue siendo el mejor lugar para vivir porque siempre hemos sabido identificar y aprovechar las oportunidades y adaptarnos a los cambios. Nuestra historia de unidad y resiliencia me hacen confiar en el futuro.

Me gustaría terminar con este mensaje, con un llamamiento a la unidad, a la confianza en nuestras capacidades, a la determinación para afrontar estos desafíos. Como decía a algunos compañeros antes de subir al estrado: menos planes de acción y más acción. Permítanme concluir con esta idea. Muchas gracias.